28 de gener 2008

Un asesino anda suelto

Tomás Delgado Bartolomé

Este es el nombre de una de los mayores bastardos que España ha conocido.

El accidente ocurrió el 26 de agosto de 2004 cuando el joven Enaitz Iriondo Trinidad, natural de Durango (Vizcaya), tras pasar la tarde con sus amigos, volvía en bicicleta al camping de Castañares de Rioja, donde estaba de vacaciones con sus padres, Antonio y Rosa.

Según los informes periciales, el coche circulaba a 173,90 km/h en una carretera donde la velocidad máxima permitida es de 90 y hubiera dado una tasa de alcohol superior a la establecida, informa Stop Accidentes.

Dada la velocidad del coche, el impacto fue tan brutal que el cuerpo del joven fue lanzado a más de 18 metros de altura, sobrepasando la luz de las farolas que estaban ubicadas en dicha carretera, según relata la madre, Rosa Trinidad.

En las diligencias previas se fundamentó que las actuaciones practicadas acreditaban que el hecho denunciado no revestía carácter de infracción criminal, por lo que un mes después del fallecimiento, la familia del joven recibió la notificación del sobreseimiento libre y archivo de las actuaciones por vía penal, con un plazo de tres días para interponer recurso.

Tres años y medio más tarde el conductor reclama a la familia del joven fallecido el pago de los desperfectos producidos en su coche por el atropello (14.000 euros), además de 6.000 euros por el alquiler de otro coche para trabajar, según la información que publican varios medios. El juicio tendrá lugar el próximo miércoles, día 30 de enero, en el Juzgado número 1 de Haro (La Rioja).

«Me da mucha pena todo este asunto. Que nadie crea que yo no me pongo en el lugar de esa familia. Yo también tengo hijos y no quiero ni pensar lo que debe ser perder a uno, pero me gustaría que ellos también entendieran mi situación».

Tomás Delgado afirma que su «única culpa» fue «pasar ese día por aquella carretera». «Soy una víctima más. Yo también he tenido mi calvario», insiste.